COP26 – Un acuerdo exiguo frente a la emergencia climática
El 13 de noviembre finalizó en Glasgow la vigesimosexta Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático con un acuerdo que, aunque muestra cierto avance, es insuficiente y delega a futuras COPs la ambición necesaria para cumplir con el objetivo marcado.
La cumbre de cambio climático celebrada en Glasgow, sobre la que se centraban las mayores esperanzas de alcanzar un acuerdo vinculante, lo suficientemente ambicioso como para lograr un incremento máximo de 1,5ºC de calentamiento en 2100, no ha tenido el desenlace que muchos creían necesario, dejando más preguntas abiertas que respuestas.
El panorama actual no ha ayudado a llegar a un acuerdo que satisfaga a todas las partes, dada la situación económica global derivada de la pandemia del SARS-CoV 2 y su repercusión sobre los planes de desarrollo de cada país, o la crisis energética mundial que nos sobrevuela.
“El Pacto de Glasgow muestra menos avances de los necesarios para frenar la emergencia climática en la que nos encontramos.
Esta situación no ha hecho sino mermar las posibilidades de llegar a un consenso. Tras muchos debates y controversias, y la redacción de varios borradores, la presidencia británica de la cumbre emitió el sábado, 13 de noviembre, el Pacto de Glasgow, un documento que muestra menos avances de los considerados como necesarios para frenar la emergencia climática en la que nos encontramos.
Se han logrado importantes avances, como el programa para la reducción de las emisiones de metano en un 30% de cara a 2030, el compromiso de frenar la deforestación, o el respaldo por parte de 450 organizaciones financieras, que controlan US$130 billones en su conjunto, de tecnología renovable y financiación directa para actores que se alejen del uso de combustibles fósiles.
Otro aspecto positivo es que China y Estados Unidos, los dos mayores emisores de CO2 del mundo, han llegado a un acuerdo bilateral en el que muestran su voluntad de aumentar su cooperación climática en la próxima década.
“Los planes presentados por los países derivan en un incremento de la temperatura de entre 2,4 y 2,7ºC en 2100, algo que dista mucho de los deseados 1,5ºC.
No obstante, hay otros puntos en los que la evolución no ha sido la deseada. Uno de los principales inconvenientes es el relacionado con la limitación del calentamiento global. Los planes presentados por los países derivan en un incremento de la temperatura de entre 2,4 y 2,7ºC en 2100, algo que dista mucho de los deseados 1,5ºC. Aún en el caso de que se cumplieran todas las promesas de reducción del calentamiento global, se conseguiría frenar el incremento de la temperatura en 1,8ºC.
Asimismo, llegar a un consenso entre tantos participantes con intereses y necesidades de tan diversa índole ha pasado por tener que debilitar el nivel de concreción de los compromisos adquiridos, lo que ha provocado que este encuentro pierda el impulso y la ambición requeridos.
El ejemplo más polémico ha sido el tratamiento del carbón en el acuerdo que, aunque se puede considerar como un avance significativo -se ha pasado de ‘la eliminación del carbón y de las subvenciones a los combustibles fósiles’, en un primer borrador, a la ‘reducción progresiva del uso del carbón y las subvenciones a los combustibles fósiles ineficientes’, en la versión final. Esto se debe a la presión ejercida por países fuertemente dependientes del carbón, como es el caso de India, que este año también ha anunciado que prevé alcanzar la neutralidad en emisiones de CO2 en 2070, 20 años más tarde de lo previsto, sumándose a China, que prevé conseguirlo en 2060.
En conclusión, la COP26 ha finalizado con un pacto que, aunque marca el camino a seguir, una vez más delega a futuras conferencias la responsabilidad de tomar decisiones con la ambición requerida para alcanzar el objetivo de 1,5ºC. Está claro que la vía del consenso no es lo suficientemente rápida. De forma paralela a estos eventos anuales y a los pactos que de ellos se derivan, es necesario seguir construyendo acuerdos a todos los niveles, ya sea a nivel sectorial, financiero, empresarial o regional, de forma que entre todos vayamos construyendo la senda de transformación que hace falta con la mayor celeridad posible.

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